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Verstappen hace buena una ‘pole’ de fantasía y se impone en Japón

El holandés saca partido de una clasificación inverosímil el sábado para sumar hoy su primer triunfo del curso en Suzuka tras mantener a raya a los McLaren

Max Verstappen celebra la victoria nada más bajarse de su Red Bull en el GP de Japón.
Oriol Puigdemont

Max Verstappen se sacó de quién sabe dónde un sábado excepcional que le permitió tomarse el domingo de forma convencional. Convencional, para él. No hubo nadie en todo el paddock instalado en el circuito de Suzuka que lograra explicar de forma racional la vuelta que devolvió al holandés a la pole position, diez meses después de la última vez, en una cronometrada que parecía pintada del color papaya que decora a los McLaren. Fernando Alonso fue, probablemente, el más ilustrativo en sus palabras: “En estos momentos es el único capaz de hacer eso, y de llevar el coche a un nivel al que no está”, le definió el asturiano, alguien que precisamente no ha pasado a la historia por prodigarse demasiado en piropos hacia sus rivales.

Resuelta de forma mágica la cronometrada, Verstappen se pudo permitir afrontar la carrera con cierta tranquilidad, en una pista en la que adelantar se convierte en una misión casi imposible, a menos que el cazador tenga mucho más potencial que la presa. Y, a pesar del margen con el que cuenta McLaren, esa ventaja no fue suficiente para echarle el lazo al tetracampeón del mundo, que se llevó el primer triunfo de la temporada para dejar más que claro que no piensa caer sin dar toda la guerra que pueda, que es mucha. Lando Norris cruzó la meta el segundo, a un segundo y medio de su colega y principal oponente, mientras que Oscar Piastri lo hizo el tercero, a menos de medio segundo de su vecino de taller. Los 16 segundos que separaron al vencedor del cuarto (Charles Leclerc) son la prueba más evidente de la diferencia que hay, al menos a estas alturas de la película, entre los tres ocupantes del podio y el resto. Fernando Alonso finalizó el undécimo, a la vez que Carlos Sainz lo hizo el 14º.

Si Verstappen tiene a Red Bull bailando al ritmo que él marca es por exhibiciones como la de Japón, en la que fue capaz de mantener a raya a Norris y Piastri, que cuentan con un bólido más afilado que el suyo. Sin embargo, ni eso ni la superioridad estratégica que supone jugar con dos piezas en vez de una sola, fue suficiente para que la escudería de Woking (Londres) pudiera atar en corto a Mad Max, que hizo buena su privilegiada posición en la parrilla, para salir como un tiro hacia la primera curva. Al enfilar la salida de ese viraje en cabeza, el corredor de Hasselt tuvo hecha la mayor parte del trabajo, para dedicarse las siguientes 52 vueltas a controlar al británico y al australiano, enredados en un diálogo de besugos con sus ingenieros de pista que terminó siendo absolutamente inocuo. Ni siquiera la treta de Norris en su reincorporación, justo después de visitar el taller para cambiar de compuestos (22º giro) —se puso en paralelo a Verstappen, y cuando se acabó el asfalto se metió en la hierba—, le sirvió al muchacho de Somerset para engañar a Dirección de Carrera y penalizar a Verstappen. “Se ha metido él solito a la hierba”, le dijo el de Red Bull, por la radio, a Gianpiero Lambiase, quien le guía desde el muro, y quien le respondió con su flema de siempre, en referencia a McLaren: “Sabemos cuál es su juego”.

El Red Bull de Max Verstappen, durante el GP de Japón en Suzuka.

La de Suzuka fue una carrera que perfectamente podría explicarse a partir de los diálogos que se sucedieron por la radio. Especialmente en el caso del equipo británico, que, una vez más, tuvo que tomar cartas en el asunto y rebajar la ambición de Piastri, cuando el piloto de Melbourne sugirió intercambiar la posición con su compañero, a falta de menos de diez giros para el final, para lanzarle un ataque al líder. “Hablaremos para saber cuál era la intención del equipo”, comentó el aussie, cuya frustración probablemente vaya en aumento con el paso de los grandes premios, si McLaren sigue siendo tan conservador como lo fue esta vez. El principal beneficiado de ese planteamiento fue Verstappen, que salió a hombros en un fin de semana que no encaró con el mejor de los ánimos, y que cerró a lo grande: con su cuarto triunfo en Suzuka, en la última prueba subido a un bólido con motor Honda, propietaria de la instalación. “Es muy importante intentar maximizar tu rendimiento, y eso es algo que hemos conseguido este fin de semana. Pensé que era una historia muy bonita poder ganar en nuestra última carrera juntos con Honda”, respiró el actual campeón, quien, a pesar de pelearse con el RB21 casi cada vez que sale a correr, marcha el segundo en la tabla general, a un solo punto de Norris.


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Sobre la firma

Oriol Puigdemont
Tras licenciarse en Periodismo por la Universitat Ramon Llull, entró en la sección de Deportes de EL PAÍS en 2005 para cubrir el Mundial de MotoGP, en plena efervescencia por la irrupción de Dani Pedrosa, y de otras disciplinas de motor, como el Rally Dakar. Desde 2010, año en que Fernando Alonso fichó por Ferrari, se encarga de la Fórmula 1.
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